domingo, 24 de junio de 2012

No hay comparación ¿o sí?

No es precisamente la sal lo que extraño de ti,
ni tampoco ese tono café-rojizo que tanto te distingue de otros lugares.
No es la pequeñez de un círculo en donde todo es un pañuelo,
tampoco esa brisa calurosa que suele visitarte en cada época estival..
Son las personas.
Esas inigualables personas que ya no están.
Son las risas, los sollozos, los enfados;
aquel sinnúmero de momentos el que tanto extraño.
Si bien aquí la señora de manto blanco se luce en esplendor,
y el tono verdoso con olor a gotas es maravilloso,
las personas no son las mismas, ni siquiera similares.
Pues las grandes cuadras se vuelven interminables cuando no hay quien cuchichee al lado,
y el frío pierde su encanto cuando no hay con quien compartir los charcos de agua sucia.
El refresco de uva ya no tiene el mismo sabor
y los cantos ya no suenan con la misma armonía.
Ustedes dos no son comparables en ningún ámbito,
pero si son distinguibles al momento de observar,
de sentir, de vivir... al momento de soñar.

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